martes, 30 de junio de 2009

On the Beach

Continuando con las reseñas de películas distópicas, les vengo a contar ahora sobre On the Beach ("En la playa"), un film de 1959, en blanco y negro, con las apariciones estelares de Gregory Peck, Ava Gardner y Fred Astaire.


En el puerto, los protagonistas.

On the Beach es una película que llamaríamos pre- y post-apocalíptica. El apocalipsis (la guerra nuclear total) ya ha ocurrido, pero sus efectos finales todavía no han llegado a los protagonistas. El comandante Dwight Lionel Towers, del submarino nuclear estadounidense USS Sawfish, arriba a Australia escapando de la destrucción completa que se ha abatido sobre el hemisferio norte, donde las ciudades que no han sido bombardeadas están envenenadas por la radiación. Las partículas radioactivas que flotan en la atmósfera están siendo llevadas por el viento, inexorablemente, hacia el sur. Cuando lleguen allí, lo último que queda de la especie humana en la Tierra morirá.

Entretanto, sin embargo, los australianos acogen a los sobrevivientes que llegan por mar, brindándoles un sitio para resistir por unos meses. La próxima (y última) misión del USS Sawfish será navegar de vuelta al norte y buscar el origen de una señal de auxilio que parte de San Francisco, donde no debería haber nadie vivo.


Buscando señales de sobrevivientes.

Mientras la tripulación descansa por unos días en tierra, el comandante Towers conoce a Moira Davidson, una mujer madura que se dedica a seducirlo por diversión, pero con el tiempo se enamora de él. Towers debe aceptar que su mujer e hijos, que quedaron en Estados Unidos, han muerto. Julian Osborne, antiguo amor de Moira, científico y corredor de autos por placer, partirá luego junto con Towers en el submarino.


Dwight y Moira, en la playa.

En medio de esta historia tenemos también la del joven teniente Peter Holmes y su esposa, Mary, que se niega a aceptar el hecho de que su marido debe marcharse en una misión y que quizá no llegue a tiempo para ver de nuevo a su mujer y su pequeña hija.


Peter enfrenta a Mary con la verdad.


La expedición a San Francisco vuelve sin los resultados esperados. Towers llegará de vuelta justo a tiempo para despedirse de su amor, y Osborne se dará el gusto de correr el último Gran Premio de Australia en su Ferrari.





Investigando en San Francisco.

Cerca del fin, el gobierno comienza a distribuir gratuitamente píldoras de suicidio, para que los ciudadanos que así lo deseen pueda acabar sus vidas sin sufrir los terribles efectos del envenenamiento radioactivo.


La gente hace cola para recibir sus píldoras.

No les contaré el final, aunque no es nada sorprendente.

On the Beach es una muy buena película. Que pudiera filmarse en el apogeo de la Guerra Fría, pintando un panorama tan realista de los resultados de una guerra nuclear y de la alocada carrera armamentística, y sin una sola alusión patriótica o anticomunista, es en sí mismo un logro. Las historias que se entrelazan en el argumento son buenas, no caen en el melodrama ni en la frialdad. La fotografía es tan buena que la falta de color no se extraña en absoluto, y los efectos especiales son pocos y apenas los necesarios. No hay flashbacks ni adelantos.

On the Beach es lineal, y ésa es su fuerza; prescinde totalmente de la sorpresa barata y de la falsa emoción contenida que una historia menor requeriría. Desde el principio uno sabe que todo está muy mal en el mundo, y que no puede sino empeorar; uno puede ver que los amores y redenciones de los personajes son sólo un oasis, la última chispa de vitalidad (que no de esperanza) de la raza humana.

lunes, 29 de junio de 2009

Mi honesta opinión sobre las elecciones

A ver, voy a ser perfectamente honesto, aunque me valga insultos o aunque me haga ver como un tipo ingenuo o mezquino, o ambas cosas. Anoche, noche de elecciones legislativas, me pasaron las siguientes cosas:

Me puse contento cuando perdió Néstor Kirchner. Y sí, ya sé que Francisco y Mauricio son lo peor del empresariado corrupto, derechista y antipopular del país. Y que Kirchner fue el único que se animó a reabrir las causas judiciales contra los represores de la dictadura, el único que se plantó frente al FMI, y demás. Todo eso es verdad pero ya no podía seguir valiéndose de ese crédito. El crédito lo perdió cuando mandó a Guillermo Moreno a violar al INDEC y a tapar el desempleo y la pobreza, y lo sepultó cuando se alió con los barones del conurbano bonaerense y con la mafia sindical. Me puse contento porque aunque puso toda la carne al asador, él, que llegó a tener 70% de aprobación (incluida la mía), y arrastró a un gobernador con buena imagen y a una actriz famosa para sumar votos, ni aun así pudo ganar, porque la gente no come (tanto) vidrio y se cansó de que hiciera de presidente cuando nadie lo votó para volver a serlo.

Me puse contento cuando vi que Luis Juez ganaba en Córdoba y les espetaba a los kirchneristas arrepentidos su cobardía y su travestismo político, y a los radicales, que salieron segundos, su mezquindad. No sé si Juez es un tipo honesto, pero sé que lo que dice, si tuviera poder para hacerlo, sería bueno. Me reí y me gustó por su ocurrencia, por su certera forma de elegir las palabras, cuando dijo que el poder ya no estaría concentrado, que sería repartido, y que "cuando el poder se reparte, el pueblo se queda con la mejor parte".

Me puse mal cuando vi que los cómputos oficiales en Santa Fe abrían dando ganador por goleada a Carlos Reutemann, ese hombre de quien lo mejor que se puede decir es que no hizo nada durante los dos períodos en que gobernó la provincia. Me alegré al ver que en realidad se estaban cargando datos del interior de la provincia y no de Rosario, donde la tendencia se revertiría. Me sentí muy desilusionado cuando vi que Rubén Giustiniani perdía por un 2% de los votos, no por esa mínima diferencia, sino porque eso le da paso al senado, otra vez, a Roxana Latorre, de quien lo mejor que se puede decir es que no ha hecho nada, nada de nada, excepto ser la secretaria y repetidora fiel de Reutemann.

Me puse mal y sigo mal al ver que los ciudadanos de Santa Fe continúan votando a esta nulidad política, a este pseudo-partido compuesto de un ex-corredor cooptado por Carlos Menem, a esta "gran esperanza blanca" de la derecha peronista, y por sus abogados, contadores, amigos y parientes, sin militancia real, sin ideas, sin plataforma. Me enfurecí cuando lo vi jactarse de su victoria "contra todo y contra todos", y cuando en vez de saludar con caballerosidad al adversario que pudo, por poco, haberlo derrotado, volvió a repetir las mentiras que formaron parte integral de su campaña.

Me alegró que Agustín Rossi no llegara al 10% de los votos para diputado, y que tuviera que esperar hasta tarde para asegurarse de que él, él solo, entraría a la Cámara para seguir representando el triste papel de repetidor de las órdenes de Néstor Kirchner. Y me indignó que a su lado siga Héctor Cavallero, el primero de los intendentes socialistas de Rosario en democracia, el que pudo ser un digno gobernador pero se vendió y sólo sirvió para sumar votos, vía ley de lemas, a Jorge Obeid, ambos fervientemente menemistas en esa época,  ambos entusiastamente progresistas ahora.

Me gustó escuchar a Elisa Carrió, por una vez, no haciendo anuncios apocalípticos y apenas exagerando la importancia de la elección. Me gustó ver a Margarita Stolbizer satisfecha por su modesta elección. No me importa que me digan que son la derecha. Más de derecha y más peligrosos son los intendentes y gobernadores que desprecian tanto a los pobres que sólo se molestan en visitarlos cuando hay que ir a comprarles sus votos con limosnas. Más respeto me merece el conservador honesto que el revolucionario que se queda con los vueltos.

En estos meses, hasta que el nuevo Congreso asuma en diciembre, tendremos que lidiar con una epidemia de gripe A y con un seguro rebrote de dengue; con la crisis internacional, que ya ninguna adulteración de los números del INDEC puede ocultar; con la pobreza que nunca ha dejado de crecer; con la desesperación de un gobierno en caída y la maligna astucia de sus competidores más taimados. No sé cómo nos va a ir. Ojalá que los Kirchner hayan aprendido algo, y que sus seguidores hayan entendido que no puede haber una batalla a todo o nada para ver quién se queda con el país, sino que debe haber un diálogo. Siempre hemos tenido crisis aquí en Argentina, y siempre hemos salido, pero los que salimos siempre somos menos y cada vez un poco más pobres, más pesimistas, y lo peor, más insensibles (¿como mecanismo de defensa?) al dolor de los que quedaron atrás.

Me pone contento, al fin, que el avispero esté revuelto otra vez, y que haya una nueva oportunidad.

domingo, 28 de junio de 2009

domingo, 21 de junio de 2009

En campaña

Una exhortación para los votantes de Santa Fe y para los argentinos en general, una semana antes de las elecciones legislativas...

jueves, 18 de junio de 2009

Logan's Run

Continuando con mi plan de ver las 50 mejores películas distópicas de todos los tiempos, el otro día me senté a ver Logan's Run, un clásico de la ciencia ficción de 1976, que se conoció en español con el espantoso (como es habitual) nombre de Fuga en el siglo XXIII.

En un futuro post-apocalíptico, la gente vive en una ciudad bajo un gran domo o cúpula. Tienen un cristal implantado en la palma de la mano derecha, que cambia de color según la edad. Al acercarse a los 30 años, el cristal, hasta entonces rojo, comienza a parpadear. A partir de entonces, la persona tiene sólo dos opciones: participar de la ceremonia del Carrusel, o intentar huir. En el Carrusel, los participantes son elevados por el aire y vaporizados, creyendo que podrán ser "renovados". Para evitar la huida de los pocos que no se creen esta historia están los Sandmen, cuerpo policial de los cuales Logan, el protagonista, forma parte.


Logan (a la derecha de la foto) con su amigo Francis. Nótese la diferencia entre los uniformes de Sandmen que visten, y las ropas de color del resto de las personas, indicativas de su edad.


Las próximas víctimas del Carrusel, ataviadas para la ocasión.

No voy a continuar con una sinopsis aquí, pero basta saber que, a disgusto, Logan terminará huyendo de la ciudad, junto con una mujer que acaba de conocer (Jessica), y perseguido por su amigo Francis saldrán de la ciudad y lograrán finalmente develar la verdad a sus habitantes.

La premisa básica del film (la muerte de los mayores de cierta edad en una ciudad cerrada) fue tomada de la novela homónima, que por lo demás difería bastante en todo lo demás. Es una buena premisa, no enteramente nueva pero sí sencilla y poderosa. La inclusión de la cuasi-religiosa ceremonia del Carrusel es un buen toque, al igual que el shock del encuentro con el mundo exterior.


Logan y su compañera de huida, Jessica, viendo el sol por primera vez.

Logan's Run no tuvo buena recepción crítica. Algunos dijeron que era floja pero entretenida; otros la descalificaron totalmente. En realidad, aunque hay unos cuantos momentos buenos, como la ceremonia del Carrusel, la reacción de Logan y su compañera ante la primera visión del mundo exterior, y la actuación de Peter Ustinov como "el viejo", el resto puede ser tedioso. Los actores (con la excepción mencionada de Ustinov) son inexpresivos y sus relaciones parecen fingidas e inmotivadas. La trama está bastante bien construida pero falla terriblemente al final, sea porque los realizadores quisieron evitar prolongar el desenlace más allá de las dos horas de película, sea porque necesitaban un final "feliz" aunque fuera totalmente traído de los pelos.


Logan y Jessica frente al monumento a Lincoln, asombrados por los rasgos de un rostro de edad madura, que nunca han visto antes.

La ambientación y los efectos especiales son un tema aparte. Incluso en 1976 era posible crear maquetas de ciudades que no parecieran de juguete a primera vista, como las que impiadosamente abren las tomas de la ciudad bajo el domo. Dejando aparte las risas que causan hoy las blusas sueltas masculinas y los peinados a base de agua oxigenada y spray de los '70, es difícil creer, en una sociedad como la mostrada, que todo el mundo aceptaría vestirse con el mismo tipo de ropa y toda ella del mismo color (que tampoco es posible elegir). El "Circuito" en el cual la gente se pone a disposición para tener relaciones sexuales con otros es una mezcla bizarra entre un servicio de citas en red y un teletransportador estilo Star Trek que no se utiliza en ninguna otra parte. Y la forma en que se muestran los disparos de las armas usadas por los Sandmen, en las que se ve salir fuego verde del cañón y luego brota una explosión de fuegos artificiales en el punto de llegada...

Uno quizá no puede exigirle tanto a algo que se filmó hace 33 años y sin los inmensos presupuestos que se manejan hoy en día, pero recordemos que Logan's Run es posterior a la serie original de Star Trek y casi contemporánea de Star Wars.

De todas formas, fue divertido ver esta película. Yo la había visto, probablemente por televisión, hace añares, y recordaba sólo algunas escenas clave. Me dio gusto poder apreciar ahora este argumento interesante, ya clásico en el género, aun con todas sus fallas.

miércoles, 10 de junio de 2009

Esculturas de metal de Roberto Rosas

Ser de fierro

Esculturas de metal
en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia
(San Luis y San Martín)
hasta el 28 de junio

domingo, 7 de junio de 2009

Humor político

Lanzamiento

30 años de humor político
Ilustraciones de Andrés Cascioli, fundador de la revista Humor.
Organizada por la Fundación Osde y la UNR.
En Oroño 973, hasta el 12 de junio.