Barack Obama será presidente de Estados Unidos. A pesar de lo que dijeron de él, cierto o falso o irrelevante: que era racista (supremacista negro), que era un musulmán encubierto, que era marxista, socialista, comunista, extremo-izquierdista o el futuro "Hitler negro", que iba a implementar un seguro de salud universal (algo que para los conservadores norteamericanos es horrible), que era abortista y anticristiano, que era amigo de terroristas, que iba a soltar a los presos de Guantánamo, que con él iban a tomar el poder los negros, que gracias a él los gays iban a invadir los puestos de trabajo y los matrimonios y las camas y hogares de los heterosexuales, que era el Anticristo predicho en el Apocalipsis, que Dios iba a castigar a Estados Unidos por elegirlo, que sus parientes en Kenya eran brujos y estaban lanzando maldiciones contra McCain para que muriera antes de la elección...
Que se dijo todo lo anterior es verdad y no es exageración; algunas cosas las dijeron John McCain y su compañera, la increíblemente tonta ex-modelo, periodista frustrada y fanática religiosa Sarah Palin, otras las creó el equipo de campaña republicano, otras las deslizaron los medios conservadores, y otras (sobre todo las acusaciones más racistas, más intolerantes y más llenas de ignorancia) provinieron de los sectores populares del interior de Estados Unidos, el "país profundo", la vasta franja que cruza de norte a sur el país y donde el fundamentalismo bíblico y el conservadurismo político, anticientífico, racista y xenófobo, reinan supremos.
La imagen que Estados Unidos proyecta de sí mismo a través de Hollywood y de las sitcoms es engañosa. Los amigos a la Friends, multiculturales, multirreligiosos, sexualmente liberales y despreocupados son una minoría que se agolpa en las costas del Pacífico y del Atlántico. En el resto del país todavía es mucha la gente que decide su voto no por las propuestas del candidato relacionadas con la economía, la educación o la salud, sino por la medida en que sus declaraciones de fe y "valores" (es decir, prejuicios) coincidan con las suyas. Por eso es indicativo de la magnitud del desastre que ha causado Bush y de la tremenda incapacidad de McCain y Palin el hecho de que Obama haya ganado.
Para nosotros como país no va a significar mucho. Pero para todos nosotros como seres humanos, está claro que ha habido un cambio. El poder de Estados Unidos para traer la guerra, la miseria y la desesperación a la humanidad es inmenso, y durante estos últimos años ha hecho uso de él hasta hartarse. Obama parece dispuesto a mirar hacia adentro y dejarnos a paz a los demás, a todos los que no queremos ser parte del Imperio ni esclavos del mismo.
No nos engañemos: aunque Obama sea un "liberal", un izquierdista como lo llaman allá, para nuestros parámetros es un conservador más. Es un abogado, de buena familia, rico, parte del establishment político. No es un revolucionario. Pero tampoco es un idiota, como Bush, ni un loco de la guerra, como McCain, ni un ladrón de guante blanco como Cheney, ni un fanático religioso como Palin. No es un Martin Luther King. Es un político de trayectoria aceptable y parece ser una persona con un cierto grado de sentido común. Para Estados Unidos, solamente eso ya es un cataclismo... y por ahora le tendrá que bastar.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
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Sabias palabras.
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