Ayer, sábado 29, Marisa y yo fuimos a la inauguración de una nueva sección del Museo de la Ciudad, el Invernadero , que es un espacio cerrado pequeño a un lado del museo en sí, que estuvo sin usar y abandonado mucho tiempo. Se lo llama así porque antes, cuando el edificio del Museo era la sede de la Escuela de Aprendices Jardineros, aquí se cultivaban y mantenían plantas que requerían condiciones especiales.
La ceremonia estaba anunciada a las 19:30 hs., pero a la usanza argentina, tuvimos que esperar hasta pasadas las 20:15 para que todos llegaran. Un rato antes de esa hora vimos a quien resultó ser Susana De Zorzi (ex-directora del Centro Cultural Parque de España), con una coqueta vestimenta a la cual todavía no le había quitado la etiqueta, y después a Fernando Farina, Secretario de Cultura de la Municipalidad.
Hubo unos breves discursos y después nos franquearon la entrada al Invernadero, donde eventualmente se realizarán actividades culturales varias (música en vivo, proyecciones, talleres), y donde por el momento sólo está la tienda de regalos del Museo, dotada de unos cuantos interesantes libros.
Había también una exhibición de zapatos de diseñador. Estaban muy bien, aunque el tono de la exhibición (pedestales blancos con mínimos objetos comunes sobre ellos) me recordó lo que Farina ha venido haciendo en el Museo de Arte Contemporáneo. Visto que el cáncer del arte moderno se ha extendido recientemente incluso hasta el Museo Castagnino, espero fervientemente que no haga metástasis en el Museo de la Ciudad.
Saliendo de allí nos tomamos una copa de vino y nos comimos un sandwichito, que no me cayó del todo bien, no por falta de virtudes gastronómicas sino porque el espantoso clima húmedo y pesado que marcó el anochecer del sábado (y que horas después se desataría en una tormenta tropical). Los mosquitos engordaron a costa de nuestra sangre todo el tiempo que estuvimos allí.
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