viernes, 16 de enero de 2009

Kirchner en Gualeguaychú

"Nunca estuvimos de acuerdo con los cortes", dijo ayer el presidente de facto Néstor Kirchner hablando de los interminables cortes de ruta a la altura de Gualeguaychú y del puente internacional que comunica esa ciudad de Entre Ríos con Fray Bentos, en Uruguay.

Verbalmente, literalmente, es verdad: nunca dijo "estoy de acuerdo con los cortes". Pero entonces ¿por qué el 5 de mayo de 2005 movilizó a gobernadores, intendentes del conurbano, secretarios, punteros políticos y miles de aplaudidores a sueldo al Corsódromo de Gualeguaychú para hablar contra las papeleras, y no dijo una palabra en contra de los cortes? ¿Será porque faltaban unos meses para las elecciones legislativas?

¿Por qué no reconoció el impresionante movimiento de base que representó la Asamblea Ambiental y, en vez de utilizarlos y desecharlos, no les dijo "Muchachos, esto ya es un problema, córranse del puente que nosotros nos vamos a encargar"? ¿Será porque no se había encargado dos años antes, al asumir, cuando ya los proyectos de ENCE y de Botnia ya estaban avanzados y la Asamblea ya había alertado abundantemente sobre el hecho?

¿Por qué Néstor Kirchner dejó que se arruinara la relación con Uruguay, país hermano con el cual nunca habíamos tenido un problema similar desde la época de Artigas? ¿Fue por oportunismo, por incapacidad, por obstinación, o por las tres cosas? ¿Por qué permitió que se le jodiera la vida a miles de turistas, viajeros frecuentes, y vecinos de ambos lados de la frontera? ¿Sirvió para algo? ¿Por qué, si no estaba de acuerdo con los cortes, no asumió el costo político de despejar la ruta y el puente? ¿Por qué no habló francamente con los asambleístas para decirles que su testarudez perjudicaba la causa, que ya había pasado a otras esferas? ¿Con qué argumentos un presidente fuerte, que en su momento fue abrumadoramente popular, puede justificar su inacción ante los cortes? Preguntas que uno se hace...

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