Luego de visitar el Teatro El Círculo en sí (como conté ayer) salimos a un patio y de allí fuimos para abajo. Allí hay un lugar similar a una catacumba, donde está la antigua caldera (hoy desactivada). Es el Museo de Arte Sacro Eduardo Barnes, que tiene obras de este conocido escultor. Yo no tenía idea de que existiera tal cosa.
Como lo indica el nombre, se trata de esculturas de santos, vírgenes, cristos y similares criaturas cristianobíblicas, con un estilo muy particular, que no tengo vocabulario para describir, aunque me gustaron mucho. Las figuras son macizas, de miembros angulosos, sin detalles pequeños, y de una gran fuerza.
Barnes trabajaba sus obras allí mismo, en lo que entonces era un lugar frío y húmedo, y algunos de sus moldes de yeso todavía están a la vista, listos para hacer nuevas reproducciones. En el marco de cemento de la puerta de entrada está su monograma, fechado en 1938.
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