Termino con la narración de la Noche de los Museos (parte de la 4ª Semana del Arte), que comencé contando nuestro periplo por el Museo Estévez y el Museo Diario La Capital (parte 1), y luego los museos Julio Marc, el Castagnino y el Gallardo (parte 2).
Luego del museo de ciencias naturales, la caravana siguió hacia el Museo de la Memoria, dedicado a los derechos humanos y al recuerdo de la última dictadura, y que ocupa parte del edificio de la estación ferroviaria Rosario Norte, hoy apenas activa. Allí vimos una muestra de una artista hija de desaparecidos que fue dada en adopción ilegal, y que expresó la angustia que sintió de niña (cuando todavía no sabía la verdad) usando montajes con juguetes y figuras infantiles.
La última etapa de la Noche de los Museos nos llevó al Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRo), en los antiguos Silos Davis, que hoy (pintados de colores como inmensos crayones) son una postal típica de la ciudad. Es indudable que uno tiene que ser un artista para comprender al MACRo, y no voy a decir más sobre esto, salvo que una de las obras en exposición era una habitación entera llena de basura (inorgánica, por supuesto) pegada a las paredes o sujeta con cinta adhesiva a otra basura, pintada con spray, alineada en patrones tridimensionales o colgando del techo.
Ya era pasada la medianoche, y los pasajeros de la Merenguita estaban desbordantes de entusiasmo y champagne (el conductor había puesto música, y ellos habían venido bailando cumbia y tocando la campanita todo el camino). Marisa y yo ya no podíamos tenernos en pie (¡seis horas de cultura pueden ser agotadoras!), así que luego de subir al mirador del MACRo, bajamos curioseando rápidamente las muestras en los distintos pisos, y nos retiramos a descansar.
Al otro día nos esperaba una escapada turística a Victoria, Entre Ríos... Esa historia la dejo para mañana.
martes, 14 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario